La habitación blanca 1999
La Habitación Blanca es muy simple, casi trivial. Un hombre se compra un televisor nuevo, último modelo, para satisfacer su adicción al aparato. El protagonista (Chete Lera) se empecina en convencer a su familia de que ha sido una buena compra, un avance. Los diálogos que se suceden son muy patéticos. En lo tocante al televisor, comienza a encenderse solo mostrando una imagen fija: una habitación pintada de blanco. La imagen comienza a aparecer automáticamente, periódicamente, hasta llegar a obsesionar al hombre. De repente, la pantalla engulle al protagonista y aparece sentado desnudo dentro de la caja.
Al igual que en La Cabina, el final no es lo más importante de La Habitación Blanca, sino el relato. Algunas narraciones justifican cualquier trama. Es el caso de La Habitación Blanca. Durante una hora, el suspense aumenta hasta enganchar totalmente al espectador: primero como enigma, luego como preocupación, como un nudo que se va cerrando en la garganta.
Duración: Chete Lera, Fernando Guillén, José Ramón Argoitia, José Sancho, Nuria Hosta, Toni Sevilla, Txema Blasco
Iraupena: 52 minutos